Los vecinos de Toro (Zamora) llevan ya siete días sin poder beber agua del grifo. No es potable, debido al elevado nivel de presencia de arsénico.
No es la primera vez que esto le sucede a los toresanos, pues en el pasado puente de la Inmaculada Concepción, se vieron en la misma situación. El problema tiene su origen en la planta potabilizadora que suministra a la localidad, que necesita ser renovada.
El acuífero del que se toma el agua está sobreexplotado y hace que los niveles de arsénico hayan aumentado y estén en el límite que se marca como apto para el consumo humano.
La situación afecta tanto a los domicilios particulares como a las empresas y hostelería. Desde Protección Civil facilitan botellas de agua mineral a las personas con movilidad reducida que no pueden acudir a los supermercados a comprar agua.
Sanidad hará una inspección esta semana para analizar los niveles y la calidad del agua.
Efectos en la salud
El agua potable con altos niveles de arsénico puede provocar efectos en la salud como engrosamiento y decoloración de la piel, dolor estomacal, náuseas, vómitos, diarrea, diabetes y problemas en el sistema reproductor, nervioso, inmunitario, hepático, pulmonar o cardíaco.
Un mapa que revela el alcance del riesgo en todo el mundo
Hasta 220 millones de personas en todo el mundo, con aproximadamente el 94% de ellas en Asia, podrían estar en riesgo de beber agua de pozo que contenga niveles dañinos de arsénico, un veneno insípido, inodoro y natural.
La revista ‘Science’, ha publicado un mapa que revela áreas previamente no identificadas de posible contaminación por arsénico, incluidas partes de Asia Central y amplias áreas del Ártico y el subártico. Existen pequeñas cantidades de arsénico en prácticamente todas las rocas y sedimentos, pero rara vez en concentraciones lo suficientemente altas como para causar efectos adversos para la salud.