El el imprevisible, oscuro y algo más que polémico, jefe del Grupo Wagner, Yevgueni Prigozhin, quien lideró el fin de semana una rebelión contra la cúpula militar rusa, dijo en sus primeras declaraciones tras el fallido motín contra el Kremlin que solo buscaba salvar de la desaparición a la empresa militar privada y no cambiar el poder.
No da datos sobre su actual paradero ni sobre sus planes futuros tras acordar con Moscú su exilio en Bielorrusia. “El objetivo de la marcha era evitar la desaparición de Wagner. No buscábamos derrocar el poder en el país”, dijo. Y señaló que esta unidad “debía dejar de existir el 1 de julio a consecuencia de las intrigas” de la élite militar rusa.
Se trata de la fecha tope establecida por el presidente ruso, Vladímir Putin, y el ministro de Defensa, Serguéi Shoigú, para que todos los voluntarios que participan en la guerra en Ucrania debían firmar contratos con Defensa, con lo cual el Grupo Wagner, que rechazaba esta condición, quedaría proscrito.
Apuntó que “solo unos pocos combatientes del ejército privado accedieron a firmar el contrato con el Ministerio de Defensa” y añadió que la obligación de subordinarse a Shoigú y al jefe del Estado Mayor, Valeri Guerásimov, se puso sobre la mesa “en el momento menos adecuado”.
Explicó que y reiteró que no tenía como objetivo “derrocar el Gobierno legítimo del país”. “Mostramos el nivel de organización que debería tener el Ejército ruso”, aseveró. Wagner tenía la intención de trasladar todos sus efectivos y equipamiento a Rostov en el Don el 30 de junio para “entregar públicamente” su armamento al Ejército ruso.
“Pese a que no dimos muestras de agresión, nos atacaron con misiles y luego con helicópteros. Cerca de 30 efectivos de Wagner murieron, algunos resultaron heridos”, explicó. La gota que colmó el vaso de la paciencia de Prigozhin fue el supuesto bombardeo con misiles por parte de las fuerzas rusas de un campamento de los mercenarios en la retaguardia rusa en Ucrania.
Tras denunciar el ataque, el jefe de Wagner anunció que había cruzado con sus hombres la frontera rusa en la región de Rostov e iniciado una “marcha por la justicia”. Durante la marcha, que duró 24 horas y en la que los mercenarios recorrieron 780 kilómetros, “una columna salió hacia Rostov y otra, rumbo a Moscú.
“Nuestra marcha puso sobre la mesa muchas cosas de las que habíamos hablado antes: los graves problemas de seguridad en todo el país. Y señaló que “si las acciones al comienzo de la operación especial militar rusa hubiesen estado a cargo de una unidad como Wagner, probablemente la campaña hubiese durado 24 horas”…