Si no hace tantos años los contratos entre agricultores y ganaderos se firmaban con un apretón de manos, con una validez más firme que el papel firmado, ahora, en plena era digital, un juez de Canadá, Timothy Keene, ha aceptado el emoticono del pulgar hacia arriba como a acuerdo legal y vinculante de un contrato, según indica The New York Times.
El juez reconoce que el caso es único, pero considera que el tribunal no debe impedir los avances tecnológicos y los cambios en las normas sociales y añade, en su sentencia, que el sistema legal debería estar preparado para gestionar los nuevos retos que pueden surgir del uso de emojis y similares».
El juez ha emitido esta innovadora decisión judicial en un caso de incumplimiento de contrato presentado en el Tribunal de King’s Bench, en la provincia de Saskatchewan, en Canadá. La demanda enfrentaba a un granjero de la localidad de Swift Current, Chris Achter, que en el 2021 acordó con un comprador de grano, Kent Mickleborough, la venta de 87 toneladas de lino.
La demanda afirmaba que después de que ambos acordaran los términos de la compra, Mickleborough envió un mensaje a Achter con una imagen del acuerdo firmado, junto con el mensaje: «Por favor, confirme el contrato de lino»… Y Achter envió un emoji con el pulgar hacia arriba y no volvió a haber más comunicación entre ambos.
Cuando la empresa South West Terminal, representada por Kent Mickleborough, no recibió el lino, demandó al agricultor por incumplimiento de contrato, ya que había interpretado el emoji como una confirmación de su acuerdo.
Pero Achter declaró que su emoji con el pulgar hacia arriba tenía la intención de indicar la recepción del contrato, no el acuerdo con sus términos: «Simplemente quería indicar que había recibido el mensaje de texto», alegó.
El agricultor añade que el comprador no le había enviado los términos y condiciones completos del contrato y, en ese sentido, esperaba que le enviaran el contrato completo por fax o correo electrónico para revisar y firmar.
Después de todo, el juez Keene ha saldado la disputa a favor del comprador de grano, y ha reconocido el emoticono del pulgar arriba como un medio para sellar un contrato, al tratarse de un símbolo que implica aceptación y que se utiliza comúnmente.
«Este tribunal reconoce fácilmente que un ‘emoji’ es un medio no tradicional para firmar un documento, pero, sin embargo, en estas circunstancias, ésta era una forma válida de transmitir los dos propósitos de una firma y para transmitir la aceptación del contrato de lino»
Keene añade que con este sistema se puede identificar al firmante utilizando su número de teléfono único como registro. Como resultado, la sentencia, dictada el pasado 8 de junio, condena a Achter a pagar a Mickleborough 82.200 dólares canadienses, el equivalente a unos 56.000 euros.
El abogado del agricultor alertó durante el juicio que aceptar este emoji como una forma de «identificación y aceptación» permitirá que se presenten más casos que soliciten interpretaciones sobre lo que significan los distintos emoticonos.
«Los juzgados se verán inundados con todo tipo de casos si este tribunal determina que el emoji del pulgar hacia arriba puede aceptarse en vez de una firma.»
El juez Keene concluyó que ésta parece ser «la nueva realidad en la sociedad canadiense» y que, por tanto, los tribunales «tendrán que estar preparados para afrontar los nuevos retos que puedan surgir por el uso de emojis y similares «.
Los emojis son utilizados a diario en la comunicación por mensajes instantáneos, ya sea a través de redes sociales, de aplicaciones de mensajería instantánea o de SMS. En este sentido, estos símbolos que imitan gestos cotidianos como caras sonrientes o apretones de manos están pasando a formar parte del lenguaje común de los usuarios.